En un mundo de métricas, entregables y eficiencia, a veces olvidamos lo que realmente hace que las personas den lo mejor de sí: sentirse vistas, valoradas y significativas. No basta con dirigir tareas, coordinar proyectos o medir desempeño. El liderazgo —el de verdad— se construye sobre vínculos humanos reales. Y en ese sentido, uno de los mayores hallazgos del pensamiento contemporáneo en liderazgo es el concepto de mattering, desarrollado por Zach Mercurio: la poderosa experiencia de saberse importante para otros.

A diferencia del reconocimiento externo o los halagos vacíos, mattering significa saber que tu presencia cuenta, que lo que haces tiene valor y que a alguien realmente le importa que estés allí. Y esto, en el mundo organizacional, lo puede cultivar —o destruir— un líder.

¿Por qué el liderazgo empieza por el vínculo?

Las personas no siguen a los cargos, ni se inspiran por organigramas. Siguen a líderes que los hacen sentirse valorados. La conexión humana no es un lujo emocional, sino una estrategia de liderazgo. Equipos con líderes que cultivan relaciones significativas muestran mayores niveles de compromiso, resiliencia y colaboración.

Cuando las personas sienten que importan, no solo se involucran más, sino que florecen. El liderazgo auténtico no busca manipular emociones; busca construir relaciones genuinas desde la empatía, la escucha y la presencia.

Liderazgo relacional: de la autoridad al propósito compartido

Durante mucho tiempo, el poder en las organizaciones se definió por el rol. “Te sigo porque eres mi jefe”. Hoy, esa lógica ha caducado. El liderazgo no es influencia por jerarquía, sino por vínculo. Las personas confían cuando perciben que el líder se interesa por ellas más allá del resultado. Y eso comienza por humanizar la relación.

¿Quieres que alguien confíe en ti? Cuida sus intereses, no solo tus metas.
¿Quieres que alguien se comprometa? Haz que se sienta visto, no juzgado.
¿Quieres motivar? No te limites a medir desempeño: escucha, conecta y valida.

3 prácticas para liderar desde el vínculo y cultivar mattering

1. Estar presente: no solo físicamente, sino emocionalmente disponible

Muchos líderes están “en la sala”, pero no están realmente presentes. Liderar desde la conexión implica ofrecer atención plena, escuchar sin juzgar, mirar a los ojos, notar los silencios. Estar presente no es un acto de tiempo, es un acto de voluntad.

Ejercicio práctico: Durante una reunión uno a uno, apaga notificaciones, cierra la computadora y pregúntate: ¿Qué necesita esta persona de mí hoy, además de una respuesta técnica?

2. Validar la experiencia de los demás, no solo sus resultados

Una de las claves del mattering es la validación. Las personas necesitan sentir que su experiencia emocional, sus ideas y su historia importan. Esto no significa estar de acuerdo con todo, sino reconocer al otro como legítimo interlocutor.

Ejercicio práctico: Comienza cada feedback con una frase de validación auténtica (“Valoro tu esfuerzo”, “Me importa cómo estás viviendo esto”) antes de entrar en el análisis de desempeño o mejora.

3. Crear una cultura de cuidado, no solo de cumplimiento

El liderazgo relacional no es una técnica aislada: es una cultura. No basta con un gesto ocasional. Lo que transforma es la coherencia. Cuando las personas sienten que el cuidado es parte del ADN del equipo, se liberan para colaborar, innovar y crecer.

Ejercicio práctico: Establece rituales de conexión en tu equipo (espacios breves para compartir logros personales, preguntar cómo están o agradecer públicamente el aporte de alguien). El mensaje es claro: aquí no eres solo un recurso, eres una persona.

¿Cómo saber si estás liderando con conexión?

Aquí algunas preguntas que pueden ayudarte a reflexionar:

  • ¿Cuándo fue la última vez que agradeciste a alguien por su esfuerzo, sin vínculo con un resultado?
  • ¿Conoces lo que motiva a cada uno de los miembros de tu equipo?
  • ¿Has preguntado alguna vez a alguien: “¿Qué necesitas de mí como líder para sentirte valorado/a aquí?”
  • ¿Eres recordado por tus decisiones… o por cómo hiciste sentir a los demás al tomarlas?

El liderazgo no necesita perfección. Necesita humanidad.

No se trata de ser el líder ideal ni de tener todas las respuestas. Se trata de acercarte, mirar de frente y comunicar algo sencillo pero poderoso: “Tú importas”. Cuando lideras desde ahí, no solo construyes mejores resultados, sino también mejores relaciones, equipos más sólidos y organizaciones más humanas.

El impacto más duradero de un líder no está en lo que logra, sino en cómo hace sentir a los demás en el camino. Y eso no se logra con técnicas sofisticadas, sino con presencia, empatía y autenticidad.

¿Y tú? ¿Qué puedes hacer hoy para que alguien en tu equipo sienta que importa?