“No eres lo suficientemente estratégico”.

Tres palabras que caen como un puñetazo en el estómago.

He visto a profesionales brillantes congelarse cuando reciben este comentario. La peor parte es que, en la mayoría de los casos, el jefe que lo pronuncia se va sin explicar qué significa realmente ni cómo solucionarlo.

Este vacío de claridad ha dejado a muchos líderes con la sensación de que la estrategia es un misterio reservado a unos pocos “iluminados”. Pero después de años acompañando a ejecutivos y equipos en su camino hacia un liderazgo más consciente y efectivo, he llegado a una conclusión distinta.

El problema no son tus habilidades estratégicas. Son tus comportamientos.

Tu jefe, tu equipo, tu organización… no pueden leer lo que ocurre en tu mente. Solo pueden observar lo que haces, las decisiones que tomas y las conversaciones en las que participas. Y muchas veces, lo que ven no coincide con el modelo mental que ellos asocian con alguien “estratégico”.

La buena noticia es que ser estratégico no es un talento oculto, sino una forma de actuar que cualquiera puede cultivar. No se trata de producir un documento de 80 páginas ni de hablar en un lenguaje enredado. Se trata de encarnar la estrategia a través de comportamientos visibles, consistentes y orientados a futuro.

Y para lograrlo, existen 5 giros de liderazgo que cambian radicalmente la manera en que los demás perciben tu capacidad estratégica.

1. Mentalidad: De reaccionar al mundo a darle forma al mundo

El primer giro es interno. Ser estratégico comienza con dejar de vivir en modo reactivo, respondiendo únicamente a lo que sucede, y empezar a actuar con intención, influenciando lo que ocurre a tu alrededor.

Un líder reactivo responde a incendios; un líder estratégico diseña los sistemas que evitan que esos incendios aparezcan.

Un líder reactivo piensa en sobrevivir al día; un líder estratégico piensa en cómo crear valor sostenible en cinco años.

Metáfora: Imagina a un ajedrecista. El jugador novato mueve piezas respondiendo al último movimiento del rival. El maestro, en cambio, tiene en mente varias jugadas futuras y va moldeando el tablero para que esas jugadas se vuelvan inevitables.

Recomendación práctica: Esta semana, antes de reaccionar a un correo urgente o a una reunión inesperada, pregúntate: “¿Estoy respondiendo al presente o diseñando el futuro?”. Solo esa pregunta ya te coloca en una posición más estratégica.

2. Priorizar: Del hacer más al hacer lo que más importa

Una de las razones por las que muchos líderes son percibidos como “operativos” y no como “estratégicos” es porque están atrapados en interminables listas de tareas.

La estrategia no consiste en hacer todo; consiste en distinguir lo esencial de lo accesorio. Los líderes estratégicos no se dejan consumir por la urgencia; enfocan su energía en los pocos temas que realmente mueven la aguja.

Ejemplo: Una directora de operaciones que acompañé pasó de supervisar personalmente decenas de proyectos a enfocarse en tres iniciativas clave que transformaban la experiencia del cliente. No solo liberó tiempo, sino que también empezó a ser percibida como una líder que pensaba a nivel global, no local.

Recomendación práctica: Cada viernes, revisa tu lista de pendientes y marca los tres temas que, si avanzaran, tendrían el mayor impacto en tu área o empresa. La próxima semana, dedícale al menos el 60% de tu tiempo a esos temas.

3. Insight: De ver piezas sueltas a conectar el sistema

El tercer giro tiene que ver con la capacidad de conectar puntos y ofrecer perspectiva.

Mientras que muchos se enfocan en su parcela, un líder estratégico es capaz de ver el bosque y mostrar a los demás cómo cada árbol forma parte de un ecosistema.

Las organizaciones están llenas de información dispersa, datos inconexos y esfuerzos fragmentados. Tu rol como líder estratégico es dar sentido a la complejidad, ayudando a tu equipo a comprender cómo sus acciones encajan en un propósito más amplio.

Metáfora: Piensa en un director de orquesta. Ningún músico duda de su talento individual, pero es el director quien logra que todos esos sonidos se integren en una sinfonía.

Recomendación práctica: La próxima vez que presentes un informe o tomes una decisión, no te limites a los datos. Explica cómo esa decisión se relaciona con la estrategia general, con el mercado o con los clientes. Conectar puntos es lo que convierte información en insight.

4. Influir: De ganar discusiones a construir compromisos

El cuarto giro consiste en entender que la estrategia no avanza con imposiciones, sino con alianzas y compromisos genuinos.

Ser estratégico significa ser capaz de influir, y eso no se logra con manipulación ni con discursos autoritarios. Se logra sacando a la superficie las suposiciones ocultas, los miedos y las resistencias que frenan a otros, y transformándolos en acuerdos compartidos.

Ejemplo: Un gerente de marketing que quería lanzar una nueva campaña digital se topó con resistencia del área financiera. En lugar de escalar el conflicto, se sentó a explorar las preocupaciones del CFO, entendió que el temor estaba en el retorno de la inversión, y juntos diseñaron métricas que mitigaban ese riesgo. El resultado: la campaña se aprobó y la relación se fortaleció.

Recomendación práctica: Antes de entrar en tu próxima negociación o conflicto, haz una lista de lo que la otra parte podría estar temiendo y de las suposiciones que podrían estar detrás de su postura. Prepararte desde esa empatía te hará mucho más influyente.

5. Innovar: De mantener el status quo a encontrar el apalancamiento oculto

Por último, un líder estratégico no se limita a administrar lo que ya existe, sino que busca las restricciones que bloquean el progreso. Allí, en esos puntos de fricción, suele estar la mayor oportunidad de transformación.

La innovación no siempre implica disrupciones tecnológicas o grandes inversiones. Muchas veces significa cuestionar un proceso obsoleto, eliminar un paso innecesario o rediseñar la manera en que se toman decisiones.

Metáfora: Piensa en un río bloqueado por una gran piedra. Empujar más agua no resolverá el problema. Lo que cambia todo es mover la piedra.

Recomendación práctica: Pregunta esta semana a tu equipo: “¿Cuál es la mayor restricción que hoy limita nuestro impacto?”. Luego comprométanse a abordarla, aunque sea con un primer paso pequeño.

La estrategia como comportamiento visible

La gran enseñanza detrás de estos cinco giros es que la estrategia no es un documento, es un comportamiento.

Ser estratégico significa mostrar, a través de tus acciones diarias, que:

  • Piensas en el futuro.
  • Eliges con criterio dónde invertir tu energía.
  • Conectas puntos para dar sentido a la complejidad.
  • Construyes compromisos en lugar de divisiones.
  • Y buscas constantemente el apalancamiento que desbloquea progreso.

Los maestros de ajedrez no solo reaccionan a los movimientos; moldean el tablero completo. De la misma manera, un líder estratégico no solo gestiona el día a día: diseña las condiciones para el mañana.

Una invitación final

La próxima vez que escuches –o sientas– la crítica de que “no eres lo suficientemente estratégico”, no lo tomes como un juicio sobre tu inteligencia o tu potencial.

Míralo como una oportunidad para ajustar comportamientos visibles.

La pregunta clave no es: “¿Cómo pienso más estratégicamente?”, sino:
“¿Qué comportamiento puedo cambiar esta semana para que otros vean en mí a un líder estratégico?”

Porque al final, la estrategia no se mide en planes, sino en percepciones. Y esas percepciones se construyen con acciones.